viernes, 25 de diciembre de 2009

ASAMBLEA DE ORACION

I.-Metas de una Asamblea

a) Manifestación de la presencia de Dios.

Toda Asamblea debe ser una Teofanía, es decir, ser caracterizada por esa manifestación de Dios de manera poderosa: en la que se derrama su amor que cambia corazones; se tiene un encuentro con Jesús Resucitado, que en medio de la Asamblea libera, sana, salva y el Espíritu Santo fluyendo libremente.

b) Alabar y adorar al Padre, por Jesucristo en el Espíritu Santo.

Esencialmente la Asamblea es de alabanza y adoración, ya que Dios es el centro de la reunión. El salmista afirma: Más tu eres el Santo, que moras en las laudes de Israel (Cf.Sal.22,3).
La alabanza que se dirige a Dios, es por su gran amor que ha manifestado y en la que simultanemanete nos abandonamos en sus brazos de Padre bueno y amoroso.
Elogiamos al Señor por su gran amor, celebramos con júbilo su presencia, nos gozamos en su plenitud.
La adoración consiste en reconocer y rendirse completamente a Dios. Es la expresión máxima de parte del hombre a Dios y todo se realiza por Cristo, con y en El.
Nosotros no sabemos orar conviene: El Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza. Pues nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene; más el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos inefables (Rm. 8,26).

c) Predicar con Poder.

La predicación es un elemento de importancia vital en una Asamblea, ya que La fe viene de la predicación (Rm. 10,17).
La predicación debe ser con poder, es decir, bajo la fuerza y unción del Espíritu Santo, que logra tocar los corazones y que produce en los oyentes, esa adhesión explícita a Dios.
En la Asamblea no se trata de impartir enseñanzas o catequesis profundas; sino más bien de proclamar un Kerigma, o sea, un primer anuncio. Y se hace de manera carismática: con valentía, ungido y testimonial.
El ejercicio de los carismas es precedido por la proclamación de la Buena Nueva (Cf. Mc. 16, 15-20).
El día de Pentecostés, se adhieren a la fe unas tres mil personas, por la predicación de Pedro (Cf. Hch. 2).
Lidia se adherió a la fe por las palabras de Pablo (Cf. Hch. 16,11-15).

d) Formar una verdadera comunidad cristiana.

El prototipo de toda comunidad cristiana, lo tenemos en las primeras comunidades; tal como lo describe Hechos 2, 42-47:

Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones.
El temor se apoderaba de todos, pues los apóstoles realizaban muchos prodigios y señales.
Todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el precio entre todos, según la necesidad de cada uno.
Acudían al Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan por las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y gozaban de la simpatía de todo el pueblo. El Señor agregaba cada día a la comunidad a los que se habían de salvar.